Exposición Un romántico en la construcción de Europa (7).
Cuando Enrique llega a Madrid en otoño de 1836, con 21 años, es un hombre maduro al que le restan nueve años de vida, pero él aún no lo sabe: quiere ser escritor y pronto será una estrella.
Tiene talento y los mejores contactos: la fraternidad del Parnasillo. Espronceda lee su primer poema en el Liceo. Gil escribe artículos de viajes y hace crítica teatral en los principales periódicos de la capital.
Entra en los círculos de élite, como la recepción del Liceo a la Reina Regente, en enero de 1838, el concierto de Liszt en el palacio de Villabuena, o la tenida masónica en homenaje a Romea. Pronto es aclamado como «el mejor crítico de Madrid».
En 1838 supera una grave crisis personal y un intento de suicidio, pero su salud ya está socavada por la tuberculosis. La convalecencia en la casa familiar de Ponferrada, cuidado por su madre y hermanos, es un bálsamo espiritual, pero será su última visita al Bierzo.
Cuando regresa a Madrid en 1840, llamado por Espronceda como ayudante del director de la Biblioteca Nacional, le quedan cinco años de vida en los que Gil escribirá una novela inmortal y hará su Grand tour por Europa.