Biblioteca Enrique Gil

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El Bierzo de Gil y Carrasco y de Valentín Carrera

"El viaje al interior de España entre el siglo XIX y el XX: El Bierzo de Gil y Carrasco y de Valentín Carrera", ensayo del profesor JULIO PEÑATE RIVERO, Universidad de Fribourg, Suiza.

[Texto de la ponencia presentada al VIII Coloquio: El pensamiento y la literatura del siglo XIX desde los siglos XX y XXI de la Sociedad de Literatura Española del Siglo XIX, celebrado en Barcelona en 2018. Agradecemos al profesor Julio Peñate Rivero su generosidad al facilitarnos su difusión en esta Biblioteca Gil y Carrasco].
 

—Biblioteca Gil y Carrasco publica el ensayo “Viaje al interior de España entre el siglo XIX y el XX”.


— “El escritor viajero lleva dentro de sí, acaso sin saberlo, un imperativo ético al que no puede sustraerse”.

 

Con ocasión del 173 aniversario del fallecimiento en Berlín del escritor romántico Enrique Gil, la Biblioteca Gil y Carrasco publica el texto completo del ensayo “El viaje al interior de España entre el siglo XIX y el XX: El Bierzo de Gil y Carrasco y de Valentín Carrera”, del profesor Julio Peñate Rivero, de la Universidad de Friburgo, Suiza.

Este trabajo es la ponencia presentada al VIII Coloquio: El pensamiento y la literatura del siglo XIX desde los siglos XX y XXI, celebrado en Barcelona en 2018 por la Sociedad de Literatura Española del Siglo XIX (SLESXIX).

Julio Peñate Rivero, catedrático de Literatura española en la Facultad de Letras Universidad de Fribourg, es especialista en romanticismo y literatura de viajes, autor de Introducción al relato de viaje hispánico del siglo XX: Textos, etapas y metodología (Editorial Visor Libros, 2012), obra en dos volúmenes (I: 1898-1980, II: 1981-2006), que contienen el estudio sistemático de la literatura de viajes hispánica contemporánea, abordado con metodología propia, con un amplio esquema de análisis que comprende los planos de la diégesis, de la estructura, de la expresión y de la significación de cada obra.

En su nuevo ensayo, Julio Peñate relaciona y analiza conjuntamente la obra viajera de Enrique Gil y de Valentín Carrera, dos autores bercianos separados por casi un siglo y medio. El ensayo comienza con una pregunta:

“En la introducción a su relato de viaje Final de novela en Patagonia, Mempo Giardinelli, uno de los grandes nombres de la literatura argentina actual, afirma haber intentado olvidar por todos los medios el recuerdo de sus lecturas anteriores (Bruce Chatwin, Roberto Arlt, Luis Sepúlveda, etc.) sobre los lugares que iba a recorrer, con el propósito de que no interfirieran en su propia experiencia, para que el viaje fuera suyo y no más… Pero admite que ya antes de iniciar el viaje sabía que “jamás dejaría de lado” dichas lecturas.

Pues bien, ¿pasa algo semejante con Valentín Carrera respecto a Enrique Gil y Carrasco? Para responder a esa pregunta, vamos a relacionar una obra de cada autor vinculada al mismo espacio, tierra común de ambos: se trata de Bosquejo de un viaje a una provincia del interior (de 1843) de Enrique Gil y El viaje del Vierzo (de 1988) de Valentín Carrera”.

 

Breves conclusiones

Tras un detenido análisis de ambas obras, insertándolas en la tradición de la literatura de viajes, el profesor Rivero llega a las siguientes conclusiones: “Estamos, pues, antes dos auténticos escritores viajeros. Enrique Gil y Valentín Carrera, complementan el periplo exterior con el interior: el uno como manera de abrirse al mundo y el otro como forma de arraigo profundo en su tierra.

Los objetivos de ambos sus textos quizás difieran, pero están en estrecha relación: en Gil y Carrasco se trata de llamar la atención de artistas, gobiernos, inversores, etc., hacia una región que languidece en el abandono. En Valentín Carrera, se trata más bien de plantear una denuncia con tono literario, pero de hondo contenido social y político ante el mal sufrido por la misma región.

El relato de Gil va mucho más allá de la evocación sentimental, doliente aunque comedida, sobre la suerte que le ha cabido a su patria de origen. En sus páginas hay documentación rigurosa, una reflexión seria, una exposición grave pero moderada, y una clara rebeldía frente a unas circunstancias históricas que él se niega a considerar como el destino inevitable al que esa tierra deba estar condenada.

Es más: visto a la luz que sobre él proyecta el relato de Carrera y, sin caer en un anacronismo reductor, diríamos que en Gil subyace una implicación inequívoca respecto a la conservación del paisaje, la revitalización del patrimonio histórico, el reforzamiento del orgullo por una señas de identidad tan dignas como las que más…, elementos que sitúan a Gil como un adelantado, digámoslo, de la conciencia ecológica actual, en el sentido pleno del término: estudio de las condiciones de existencia del individuo en relación con los demás y con su medio. Se trata, precisamente, de la preocupación que mueve lo esencial de la actividad de Valentín Carrera, manifestada tanto en sus dos expediciones y escritos sobre la Antártida como en los referentes a Galicia o al Bierzo.

En definitiva: sin Bosquejo de un viaje quizás no habría habido El viaje del Vierzo, así como tampoco Las rosas de piedra (2009) de Julio Llamazares ni la obra leonesa de Raúl Guerra Garrido. Aún más: sin un Enrique Gil acaso no habría habido un Valentín Carrera y sin Egeria, primera viajera y escritora hispana (siglo IV), de posible origen berciano, tal vez no conoceríamos el Bosquejo de Gil y Carrasco. Este es el interés primordial que para nosotros reviste la puesta en relación de textos tan alejados en el tiempo: la posibilidad de insertarlos en la historia literaria y comprender qué líneas abren, estimulan o modifican, es decir, si enriquecen dicha historia y cómo.

Digamos, para terminar, que todo se resume en el modo como se mira al otro, al lugar que se recorre, a sus gentes, es decir, en la actitud que se adopta al viajar. No es casual que ambos autores, que se califican a sí mismos de “peregrinos”, puedan compartir lo escrito por Valentín Carrera a este respecto:

"Es fácil desplazarse, ser llevado, como una maleta, de una a otra ciudad; fácil es también ser turista, retratarse frente a los palacios y las catedrales, admirarse de lo blancos que son los pueblos blancos y lo pobres que viven las pobres gentes. Viajar es algo distinto. El escritor viajero lleva dentro de sí, acaso sin saberlo, un imperativo ético al que no puede sustraerse. Ni turista ni deportista, como exigía Risco, el peregrino camina en busca de sus raíces y halla en su tierra, inabarcable, todos los misterios del universo" (Carrera, 1991: 136 y 2009:12-13).

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GALERÍA: Cuaderno de Friburgo

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