Biblioteca Enrique Gil

Martes románticos

16_Un recuerdo de los templarios

Martes romántico 16

El protagonismo de la Orden del Temple en la novela histórica El Señor de Bembibre y su presencia en otras obras de Gil y Carrasco, convierten este poema en pieza fundamental de la poética de Gil.

He aquí un poema brillante, nacido para la declamación, como otros de Enrique Gil: altivo el poeta en la atalaya de la torre del homenaje, contemplando la vasta hoya berciana en la que su imaginación trazó senderos, leyendas, romances, historias de templarios a las que su pluma fértil se asoma aquí por vez primera, con voz poderosa y rotunda. Poema en serventesios (endecasílabos ABAB) y octosílabos (aabccb), publicado en El Correo Nacional, el 2 de abril de 1838.

El autor usa alcázar para referirse al castillo de los Templarios de Ponferrada: el poema es una evocación de juventud (“joven ya pensativo y solitario”) a partir de la gloria de los antepasados, los templarios y una reflexión acerca de la juventud perdida. Todo el poema destila el aroma de las Coplas de Jorge Manrique: el poder efímero (“Esos reyes poderosos que vemos por escrituras ya pasadas”), la muerte que iguala al rey con el mendigo (“Nuestras vidas son los ríos...”) y de la Oda a la vida retirada de fray Luis de León. Gil ensalza el ideal caballeresco, cercano a don Quijote, y su mirada romántica se diría enamorada de las pasadas glorias medievales:

De su pujanza y fama esclarecidas
algunas cruces quedan conservadas,
unas por las murallas esparcidas,
otras en las ruinas sepultadas.

¿dó están vuestros escudos, caballeros,
la lanza que en los aires rielaba,
los vistosos pendones tan ligeros,
que el moribundo sol tornasolaba?

El protagonismo de la Orden del Temple en la novela histórica El Señor de Bembibre y su presencia en otras obras de Gil y Carrasco, convierten este poema en pieza fundamental de la poética de Gil. Es algo más que un recuerdo de infancia; contiene un grito de rebeldía y añoranza, un aldabonazo ético contra el tiempo que le ha tocado vivir:

Bien estáis en la tumba, los templarios,
porque si abrierais los oscuros ojos,
y otra vez por el mundo solitarios
de la vida arrastraseis los enojos,
tanto baldón y mengua y desventura
vierais en él, y tanta hipocresía,
que la seca pupila en su amargura
otra vez a la luz se cerraría.

 

Enlaces wiki románticos:

Escuchar el poema recitado: enlace al canal de Youtube de la Biblioteca Gil y Carrasco,

Foto: París, Carmen Rosa Carracedo

Descargar el poema completo en pdf  
Libro Poesía en ebook

GALERÍA: POESÃA

Compartir: Compartir por email
BannerBannerBannerBannerBannerBannerBannerBanner
© Valentín Carrera 2024