Enrique Gil exploró detenidamente Molinaseca y la zona de Paradasolana y Valtejada en el verano de 1842, convencido de que El Castro fue la villa romana de Interamnium Flavium: “Una inspección más detenida del terreno nos ha dado una certidumbre moral de que el pueblo en cuestión no podía ocupar otro sitio”, escribe en Bosquejo de un viaje a una provincia del interior.