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Entre el romanticismo y la pura ruina

La casa natal de Gil y Carrasco, o más bien sus restos, en la emblemática Calle del Agua de Villafranca del Bierzo, luce desde hace años el cartel de ‘se vende’ tras no prosperar proyectos culturales.

Por DIANA MARTÍNEZ en La Nueva Crónica, 9 de julio de 2015.

Cada casa guarda entre sus muro infinidad de historias y vivencias de quienes las habitan. Este verano, en La Nueva Crónica, hemos querido dar protagonismo a algunas de esas casas que por un motivo u otro, por sus ilustres habitantes o por sus acontecimientos históricos, puede resultar llamativa.

La casa natal del escritor romántico Enrique Gil y Carrasco, en Villafranca del Bierzo, es la primera de esta serie dominical que recorrerá inmuebles históricos cada semana.

Ubicada en la emblemática Calle del Agua, vecinos, visitantes y viandantes de todo el mundo, como paso del Camino de Santiago, pueden observar en la majestuosa fachada la placa que la identifica como la casa en la que nació el autor de ‘El Señor de Bembibre’ el 15 de julio de 1815, en el seno de una familia católica y acomodada.

En este edificio, instalaron su vivienda sus padres, Juan Gil, administrador de las finca del Marqués de Villafranca, y la zamorana Manuela Carrasco.

Allí nació el que se convertiría en uno de los escritores más destacados del movimiento romántico y varios de sus hermanos. Y también allí, empezaría a leer sus primeras líneas, sus primeras letras, sus primeros versos y sus primeros cuentos e historias Enrique Gil y Carrasco.

Es una casa grande de la que ahora sólo queda la fachada principal en pie. Un edificio de planta y dos alturas, con tres grandes portones en la planta baja, el central, enmarcado en grandes sillares de piedra. En el primer piso luce un balcón central y dos grandes ventanales, que se repiten similares en el piso superior.
Las ventanas, los muros y los escudos heráldicos que adornan la fachada hablan de lo que debió ser una grandiosa residencia.

Sin embargo, la realidad actual está a la vuelta de la esquina, donde, con tan sólo recorrer unos metros, se puede apreciar el estado de ruina del resto del edificio.

La cara trasera de la casa no existe. Las estancias están al aire y aún albergan restos de muebles y enseres de los últimos habitantes de la casa, desde ropa, hasta la caja de un viejo televisor y varios sofás pueden visualizarse desde el solar anexo.

La casa, o lo que queda de ella, está en venta desde hace años, tras no prosperar un proyecto de adquisición del inmueble por parte del Ayuntamiento de la villa.

Los hechos se remontan al año 2003, cuando durante el mandato del ‘popular’ Agustín García Millán, el pleno municipal aprobó una partida para comprar la casa. Se fijó una cifra de 90.000 euros y se habló de varias iniciativas culturales como uso.

Hubo que solventar algunos escollos legales, pero en la espera, y ya la siguiente legislatura, bajo el gobierno de Vicente Cela, los planes cambiaron. Fueron pasando los meses, los años sin ningún paso en firme. La crisis económica ya había hecho acto de presencia. Hasta que en 2009 el edificio, junto con otro inmueble anexo de propiedad municipal, tuvo que ser declarado en ruina ante el desprendimiento de cascotes hacia la calle.
Ahora, la fachada, los ventanales, vacíos, contempla pasar peregrinos hacia Santiago, como quizá contemplo hace dos siglos el ilustre romántico.

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